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Del 3 al 11 de octubre del presente año se celebrará en la ciudad de Morelia, México, el Séptimo Festival Internacional de Cine de Morelia el cual orgullosamente estaré cubriendo, teniendo la oportunidad de ver:

      • The White Ribbon de Michael Haneke
      • Inglourious Basterds de Quentin Tarantino (el cual estará presente, y si tengo suerte conseguiré una entrevista)
      • (500) days of summer de Marc Webb
      • The informant de Steven Soderbergh
      • The Imaginarium of Dr. Parnassus de Terry Gilliam
      • Jennifer’s Body de Karyn Kusama
      • Funny People de Judd Appatow
      • Los abrazos rotos de Pedro Almodóvar
      • Two Lovers de James Gray

De las cuales haré sus respectivas críticas y seguimiento de las películas seleccionadas en el festival.

Sobre Bastardos sin Gloria: Durante la alfombra roja de la película estará presente el actor Eli Roth, quien compartió créditos en la cinta con Brad Pitt, Mélanie Laurent, Christoph Waltz, Michael Fassbender, Diane Kruger, Daniel Brühl.

Danny Boyle hará 'Porno'

Danny Boyle prepara la secuela de 'Trainspotting', la cual se llamará 'Porno'

LONDRES, Inglaterra, 10 sept., 2009.- El cineastaDanny Boyle está "cada vez más cerca" de rodar Porno, la continuación de Trainspotting (1996), según afirmó a la BBC el actor Robert Carlyle.

Carlyle, que hizo el papel del violento Begbie enTrainspotting -cinta inspirada en la novela de Irvin Welsh-, declaró que si Boyle se lo pide "saltaría de espaldas a través de aros con fuego" y que "haría gratis Porno mañana mismo" para volver a trabajar con él.

Porno, escrita también por Welsh, sitúa al grupo de amigos heroinómanos de Edimburgo (Escocia) diez años después de las andanzas relatadas enTrainspotting, y su adaptación a la gran pantalla es objeto de debate desde hace años.

El actor Ewan McGregor, que interpretó el papel de Renton -el protagonista de la primera entrega que termina saliendo del círculo de drogas y violencia de sus amigos-, ha manifestado en varias ocasiones que sería una pena hacer una secuela de Trainspotting.

Pero Carlyle piensa que convertir Porno en película ya no es una idea tan descabellada, sobre todo después de que el propio Danny Boyle, tras el enorme éxito que consiguió con la oscarizada Quisiera ser Millonario, afirmara que ya hay un guión en marcha.

Carlyle dijo que después de su éxito en HollywoodBoyle "puede hacer prácticamente lo que quiera" y consideró que la historia de Welsh todavía tienen un gran potencial de entretenimiento.

"Yo estoy dispuesto y sé que Danny parece estar cada vez más cerca de hacerlo", aseguró el actor, quien se refirió al papel de Begbie como uno de los principales en su carrera.

"Probablemente es el único personaje que me gustaría revisitar, porque creo que Begbie tiene aún un gran recorrido", añadió

Las selecciones de México para los oscar son casi siempre malas, pasando por cintas altamente comerciales pero con mala recepción por parte de la academia misma, hasta cintas que impactan al público y crítica pero no a la taquilla.

Las preseleccionadas para los oscar y los goya son:

Backyard: El traspatio

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Backyard, la cinta más reciente de Carlos Carrera, se suma sin mayores sorpresas al número considerable de películas de ficción y documentales en torno a la oleada de ejecuciones de mujeres (feminicidios) que en los últimos 15 años han totalizado más de mil muertas y desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua. El esquema narrativo que propone aquí la guionista y dramaturga Sabina Berman apenas varía de la fórmula establecida: una mujer atractiva y temeraria se encarga de llegar a fondo en el esclarecimiento de los crímenes, se topa de inmediato con múltiples obstáculos por parte de autoridades negligentes y machistas, pero también con algún colaborador comprensivo que le ofrece una solidaridad instantánea. El ejemplo más lamentable de esta simplificación con tintes melodramáticos lo dieron Jennifer López y Antonio Banderas en Bordertown, de Gregory Nava, mientras el registro más serio del fenómeno es hasta hoy el documental Bajo Juárez, de Alejandra Sanchez y José Antonio Cordero.

En Backyard, el director combina una propuesta de ficción con documental filmado por Everardo González, para describir la faena laboral de una joven chiapaneca, empleada en la maquila, y su aventura sentimental con el compañero que por inmadurez y despecho pone en peligro su vida. Hay alusiones transparentes a personajes reales, desde la figura de un gobernador del estado hasta el turbio personaje egipcio vinculado con los homicidios, y sobre todo aquellas mujeres de organismos civiles que tienen aquí como emblema de resistencia a la figura de Blanca (Ana de la Reguera), la mujer policía que expone la red de complicidades entre el gobierno local y una policía corrupta, esa indiferencia oficial que garantiza hasta hoy una impunidad absoluta.

– Carlos Bonfil

Bajo la sal

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Las primeras imágenes resultan prometedoras: un mar de blancas arenas, una salinera en la frontera cuyos límites se extienden hasta donde alcanza la vista, se nos revela como la sepultura perfecta, el lugar idóneo para tratar de ocultar un crimen. A pesar del estado de momificación en que se encuentra, las señas particulares del cadáver ahí enterrado se corresponden con una de varias jovencitas desaparecidas en el pueblo, y toca en turno al Comandante Trujillo, llegado ex profeso de la capital, el desentrañar el misterio.

Existe un riesgo inherente al intentar competir de tú a tú en los mismos géneros que por años ha cultivado Hollywood, y el filme del debutante Muñoz —al igual que la malogradaSultanes del sur antes— lo asume con resultados más bien disparejos. Un thriller en toda regla, la cinta posee ciertamente los ingredientes de todo buen misterio: crímenes atroces, un policía obsesionado con el caso y un par de sospechosos que podrían o no resultar culpables. Impecablemente dirigida, de excelente fotografía y muy bien puesta en cámara, la cinta queda a deber, sin embargo, cuando de resolver el enigma se trata, empeñada como se encuentra en confundir al espectador con falsas pistas y poblada de personajes que, a pesar de ser bien atractivos, no consiguen involucrarnos en el drama.

Plena de ecos a la muy real tragedia de Las muertas de Juárez y reminiscente de filmes como El coleccionista de huesos o Asesino oculto de Sean Penn, por aquello del policía emperrado, la película tal vez no consiga ser la El silencio de los inocentes local que se quiere —el honor corresponde, en todo caso, a Crónicas— y, sin embargo, apunta a la voluntad del cine nacional de arriesgarse por nuevos y excitantes derroteros.

–Antonio Camarrillo

 

Cinco días sin Nora

5 dias sin Nora

Una comedia familiar hilarante con pálpitos necrófilos, que pudo haber elegido los caminos nada graciosos de Morirse en domingo o Morirse está en hebreo. Afortunadamente no lo hizo, y la historia de un recién enviudado peleado con su recién fallecida exesposa y todo lo que tenga que ver con los rituales mortuorios judíos, devela en una de las comedias más humanistas que jamás haya realizado nuestra cinematografía. Nada de tremendismos, ni regodeo en lo grotesco, pura luz y alegría por la vida, aunque parta de la muerte de un ser sumamente querido.

Desierto Adentro

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1926. La Guerra Cristera ha iniciado en México. Elías (Mario Zaragoza) y su mujer (Dolores Heredia) esperan la llegada de su octavo vástago. Un incidente precipita el parto, y la obstinada decisión de Elías de llevar a un cura para recibir la bendición para lograr su nacimiento desencadena la muerte de la gente del pueblo, incluida la de uno de sus hijos.

Con este planteamiento, Rodrigo Plá, realizador nacido en Uruguay en 1968, pero formado cinematográficamente en la República Mexicana, da a conocer su segundo largometraje, Desierto adentro. Si con su cinta anterior, La zona (2007), el director se había aventurado, con resultados quebradizos, en una reflexión sobre la intolerancia en un escenario de desigualdades económicas en la sociedad actual, con su trabajo más reciente ofrece una visión conservadora al elegir un tema religioso como base de su relato.

De igual forma muestra una estética anclada en una especie de realismo mágico en el peor de los sentidos, al combinar la voz narrativa principal, a cargo de Aureliano (Diego Cataño), con reflexiones literarias exiguas y animaciones que se confunden con el entorno. ¿Qué sentido tiene contar una historia ubicada en México entre los años 20 y 40? ¿Cuál es el mensaje que Plá quiere mandar al espectador? Las respuestas son ambiguas. La familia sufre una especie de maldición que tendrá que pagar edificando una iglesia. No obstante, uno a uno irán muriendo sin que desaparezca el “maleficio”.

Así, Desierto adentro retoma conceptos como el destino y la superstición. El relato, estructurado en cuatro partes –la culpa, la penitencia, la señal y el perdón que no llega– intenta manifestarse como una crítica al fanatismo religioso, pero se configura en una historia defectuosa. El filme fue proyectado dentro de las actividades de la 50 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. Su inclusión salta a la vista al compartir escena con películas de autores de una rigurosidad muy por encima de la de Plá: José Luis Guerín, Lisandro Alonso o Jaime Rosales, por mencionar algunos.

 

Los Bastardos

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Cada mañana el joven Jesús, de 30 años, y Fausto, un amigo adolescente, dos trabajadores indocumentados,  se plantan con un grupo de colegas en la intersección de una avenida de Los Ángeles. Ahí pasa a recogerlos una camioneta para llevarlos a cualquier sitio lejano para prestar sus servicios de albañilería por $10 dólares la hora. El regreso corre por su cuenta.

Con un tono semidocumental, Los bastardos, segundo largometraje del mexicano Amat Escalante, elabora la crónica de una jornada violenta. Desde los créditos iniciales, un largo plano secuencia muestra en un terreno desolado dos puntos negros avanzando hacia la cámara inmóvil, hasta que los personajes ocupan de lleno la pantalla, y el tono minimalista está dado.

Como en Sangre, su trabajo anterior, no hay aquí mayor involucramiento afectivo, sólo el recuento puntual de las acciones que el par de trabajadores acomete con precisión de relojería. Dos actores no profesionales, que son ante todo presencias misteriosas, de violencia contenida, responden casi sin inmutarse a las provocaciones verbales del racismo, se introducen sigilosamente en una residencia apacible, someten a una mujer anglosajona de 40 años (despreciada por su marido, en pleito con su hijo adolescente), y se libran a un juego de masacre que va librando con parsimonia sus claves interpretativas.

¿Se trata de asesinos a sueldo, encargados de liberar al marido de una presencia molesta? ¿O es por el contrario un gesto de revancha donde el rencor social se procura al azar una víctima expiatoria en un desfogue absurdo? Lo fascinante de la cinta es el modo en que los personajes (agresores y mujer secuestrada) se reconocen en el denominador común de ser figuras oprimidas y establecen una comunicación casi solidaria en medio del horror.

Una propuesta políticamente incorrecta, dueña sin embargo de una gran complejidad dramática.  Comparada a menudo con Juegos sádicos, de Michael Haneke, la cinta de Escalante posee una dimensión social complementaria que la sitúa, de modo perturbador, como una metáfora urgente de la crisis económica y el odio racial, con la soledad de un grupo de parias como telón de fondo.

Los Herederos

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Tres niños caminan por un resbaloso y angosto sendero. Arrean a un burro. Luego cargan la mayor cantidad de leña que sus espaldas les permita. La atan al escuálido animal quien carga la madera de regreso a sus casas. La cámara nos muestra de cerquita las manos jalando la gruesa cuerda que es atada con destreza por el mayor de los niños. Tendrá unos 10 años. La cuerda produce un sónido áspero, tenso. La cámara los sigue a unos pocos metros. Ahora escuchamos los pies al pisar las hojas secas, los jadeos de los niños, los troncos que truenan. Este sonido se parece al de un machete cortando cañas. Así, de pronto, estamos en una secuencia en la que otro niño trabaja en la zafra. Luego en la que un niño hace ladrillos, cubierto de barro hasta las narices.  Luego en la cosecha de jitomate. Luego en el nixtamal. En la navaja, el fuego o el azadón.

No tardamos en darnos cuenta que la película nos mostrará a partir de ese momento únicamente niños trabajando. (Y un par de ancianas que funcionarán como un efectivo contrapunto poético). Sin embargo, el tema del trabajo en los niños no sólo alcanza para hacer una enérgica denuncia, sino que gracias a la sensibilidad del director, da para generar reflexiones que no sólo abarcan un tema social local, sino que rebasan ese ámbito y nos llevan a pensar por ejemplo, como logra un niño jugar a darse marometas después de haber completado una jornada laboral de diez horas.

Porque si existe algo como mostrar el espíritu infantil, esta cinta lo logra a cada instante. Y lo logra con el recurso más puro y simple: la acción filmada tal cual es, apenas editada, sin montajes efectistas ni soundtracks de inducción.

En Los Herederos todo es cercanía e intimidad. Polgovsky y su cámara entra a las cocinas reducidas que escupen brasas ardientes, camina al lado de los personajes sobrevolándolos como una mosca, se escabulle entre las patas de un burro y se posa quieto, callado, frente a una niña que al mirar directo al lente nos hace formularnos mil preguntas.

Polgovsky se arriesga en la elaboración de su discurso cinematográfico y elimina muchos de los recursos de un documental tradicional. Aquí no hay voces que nos platiquen lo que debemos reflexionar. No hay diálogos que expliquen. No hay citas, ni datos, ni gráficas. No hay conclusiones. Sólo hay un tiempo capturado que es suficiente para crear una realidad que nos atrapa fácilmente.

En ese sentido, la cinta de Polgovsky, aunque inscrita en el género documental, contiene más elementos poéticos que, valga la redundancia, documentales. Y se encuentra más cerca de películas que se atreven a jugar con los límites del género.

Recomiendo unas cuantas:

A alma do osso de Cao Guimaraes, Les documents cinematographique de Jean Painlevé, The silent world de Jacques Cousteau, Our daily bread de Nikolaus Geyrhalter y Powaqattsi de Godfrey Reggio.

En el campo mexicano de Los Herederos la pobreza es contundente. Y también su belleza y su dignidad. Aquí no hay postales turísticas pero tampoco los regodeos en la miseria tan socorridos en el cine mexicano actual. El discurso de la cinta se sostiene por sí mismo con las imágenes, sin que exista una intención deliberada o manipuladora de llevarnos a juicios establecidos.

Polgovsky logra un cine directo, auténtico y bello. No es casual que él mismo sea el fotográfo, el director y el editor de su cinta. Y es que en esta manera de hacer cine se encuentra una de los grandes valores de la cinta: el de demostrar que más allá de la voracidad de los exhibidores, de la conformidad de los distribuidores, de la torpeza de los realizadores y de la pereza del público que se forma siempre en la cola más larga, el Cine sigue vivo y tiene aún la capacidad de afectar la mayor parte de los órganos del cuerpo (incluídas las uñas que uno se come y el cuello que uno se rasca).

Rudo y Cursi

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En un año en que parecía que Arráncame la vida sería la reina indiscutible de taquilla para cintas nacionales, llega una propuesta que bien podría quitarle el trono. El filme no es del otro mundo, pero cumple a la perfección y se pasa con gozo, como 90 minutos bien jugados –a diferencia de otras cintas de balompié, como los dos filmes de la trilogía truncada Gol! –. La clave: los partidos son un mero pretexto, y jamás el único motor dramático de la historia. Es la historia no de dos futbolistas, sino de un par de hombres hundidos en la desesperación, en la cárcel de la vida provinciana y sin oportunidades.

La mejor actuación recae en Guillermo Francella (ídolo televisivo en el Cono Sur), aquí conocido como “Batuta”, un argentino cazador de talento que se sabe todas las artimañas del negocio del balompié y sirve como narrador en off para la historia de desencuentros entre dos carnales costeños que por azares del destino cumplen sus sueños pamboleros y musicales, para después probar la miel amarga del éxito y la rivalidad.

A tono con Déficit, el debut tras la cámara de Gael García Bernal, e Y tu mamá también, guión de coautoría del aquí director Carlos Cuarón, en la acción se cuelan elementos de crítica social: se presenta al narco que hace el “bien” a su comunidad pero que llena el aire de balas, las trepadoras sociales que venden su alma por una Hummer (referencia involuntarimente actual), la falta de oportunidades para los hombres jóvenes en el campo, condenados –a pesar de la suerte pasajera– a una vida de llagas y calor. Los valores de producción son de primer orden, y evidencian la omnipresencia de “Los Tres Amigos” en la producción.

Voy a Explotar

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Luego de la gran aceptación que su película anterior, Drama/Mex, obtuviera en diversos festivales internacionales, el director Gerardo Naranjo vuelve a la carga con un relato íntimo, desplegado tras sumergirse en el recuerdo de lo que fue su propia adolescencia en su natal Guanajuato. Así surge la historia de Román (Juan Pablo de Santiago) y Maru (María Deschamps), dos teens inadaptados y excesivamente hormonales unidos, como es de preverse, por un amor ciego, pero también por compartir una aversión absoluta hacia el mundo de los adultos. Su desprecio va más allá de rechazar los planes que para ellos pudieran reservar el padre politiquillo (un Giménez Cacho formidable) o la madre sufrida (Martha Claudia Moreno): en realidad no entra ningún convencionalismo, nada que no corresponda al muy particular universo que han construido para sí, incluso a sabiendas de que ello pudiera significar su propia destrucción, de que será posible huir de todo menos de ellos mismos.

Ágiles movimientos de cámara, actuaciones a todas luces primerizas pero adecuadas –principalmente la de Deschamps– y diálogos saturados de argot –quizá en forma excesiva– son los principales elementos por los que corre esta suerte de road movie que hará que algunos recuerden filmes típicos de parejas destructivas como Sid & Nancy oBonnie & Clyde, mientras que otros serán remitidos a las novelas iniciáticas de José Agustín (pensemos en La tumba o De perfil). Habrá quienes la amen y quienes la odien, eso está claro hasta para Canana, compañía de Diego Luna, Pablo Cruz y Gael García Bernal que funge como co productora. Lo difícil es saber si pese a su buen recibimiento en Venecia y Berlín, y haber ganado un premio en Salónica, la cinta obtendrá el favor de los exhibidores. Y del público. Pero para eso hay que verla.

De las pasadas las mejores opciones a elegir serían “Los Bastardos” y “Voy a Explotar” en mi opinión.

El día de ayer me di a la tarea de ir a una convención del surrealismo en el cine, lo que inmediatamente nos lleva a dos películas, que en si, son las únicas dos películas completamente surrealistas en la historia del cine, ambas de Buñuel. La primera sería la producción de 1929 “El Perro Andaluz” en la que se incluye la máxima obsesión de Buñuel, las cajas misteriosas en las que en pocas veces revela su contenido, esta una de esas raras ocasiones. Sin más:

“EL PERRO ANDALUZ”

Esta película de aproximadamente 17 minutos queda a la interpretación personal, en la que en mi caso siento que es una película acerca de las manías de un hombre que trata de amar a una mujer, pero sus propias manías lo alejan, aún cuando la mujer en momentos trata de concebirle sus manías al hombre. También me parece que el hombre está arrepentido de algo lo que lo hace sentir marcado (su mano que hormiguea).

Dejen su comentario con lo que ustedes consideren como su interpretación.

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