En la mejor tradición decembrina, la historia más recreada en el cine llega una vez más a cartelera, pero en esta ocasión en manos de Robert Zemeckis y en 3D. El cuento navideño, ya bien conocido por todos, está más fielmente adaptado que nunca; y a pesar de que en el 90% de la cinta esto es un acierto, hay un 10% en el que no resulta tan afortunado, ya que el ritmo se puede sentir lento e incluso cansado. Y por otro lado, en entregas anteriores siempre fueron sutiles tratando el tema del fantasma de la Navidad futura, nunca mostrando a la muerte como tal. En este caso, resuelto de una manera elegante e ingeniosa con sombras, no se escondieron y pusieron al personaje en todo su esplendor; haciendo que el filme tenga momentos genuinamente aterradores, lo que no la hace precisamente apta para menores.
Sin embargo, esto no le resta calidad a la cinta, la cual está impecablemente dirigida y realizada. La animación te quita el aliento: el juego de texturas, la utilización de motion capture que hace evidente tanto la presencia de Jim Carrey –en ocho personajes, incluyendo al avaro y amargado protagonista–, como la de Gary Oldman, quien interpreta a Bob Crachit, Marley y Tiny Tim. Por primera vez desde el boom del Tru 3D, se siente un verdadero cambio, ya que la cinta logra el equilibrio perfecto entre simplemente tener volumen y profundidad y sentirse inmerso en la pantalla. Lejos de usar los viejos trucos para sorprender, sintiendo que las cosas “vuelan hacia ti”, verdaderamente se aprovecha este formato para incluir al espectador en la trama. Además, como el mismo Zemeckis lo dijo: “La animación te permite dirigir sin respetar las leyes de la física”, y vaya que lo hizo. Un juego de cámaras mágico e impresionante que lleva los límites del género animado a otro nivel.
CALIFICACIÓN:
8
0 comentarios:
Publicar un comentario