Muy pocas veces en el cine mexicano se llegan a explorar historias pequeñas con tanto éxito como lo hace Diego Luna con esta cinta acerca de un niño con problemas mentales que a la ausencia de un padre en su familia, adopta la figura paterna; lo que empieza uniendo a la familia, pero termina haciéndole más daño.

Abel es interpretado por el debutante Christopher Ruiz-Esparza, que lo hace de una manera tan natural que nos hace sentirnos conectados con él, y en realidad creemos en su autoridad como padre ante su hermana adolescente y su pequeño hermano que le tiene miedo. Todo viene de manera inocente hasta que empieza a tomarse más en serio su papel como esposo de su madre interpretada por Karina Gidi, quien nos regala una gran actuación, nunca fría, sino siempre entregada a sus hijos, a Abel.

La historia se desarrolla en Aguascalientes en la casa de Abel en un fraccionamiento abandonado, en donde los problemas económicos abundan y la presión aumenta cuando el papá de Abel regresa con dobles intenciones, interpretado por José María Yáspik, quien rompe la frágil estabilidad creada por Abel, cuestionando la estabilidad moral de los personajes, quienes no se sabe si buscan que Abel tenga paz, o ellos tener calma en sus vidas.

El mayor problema de la cinta es que la sosa conclusión del relato queda corta a una gran introducción de personajes, en la cual el personaje de Abel no pronuncia una sola palabra hasta el minuto 17 en un cómico inicio de la odisea familiar, sino que en vez de desarrollar más la enfermedad de Abel, se resuelve con simpleza sin clímax que afecte realmente la vida de la familia.

La historia minimalista contada a través del punto de vista de Abel, se ve apoyada por una gran fotografía por Patrick Murguía, que tiene sus mejores momentos al principio de la cinta y el las tomas a los rostros de los protagonistas de este drama vendido como comedia.

CALIFICACIÓN:

6.5

TOY STORY 3

En 1995 se estrenó Toy Story, hace 15 años, me es prácticamente imposible no sentirme conectado con éstas películas, ya que cuando se vive desde los primero años de tu vida con algo, es muy difícil no extrañarlo, y es lo que precisamente me ocurrió, se podría decir que toda mi infancia se vio marcada por ellas, a mis 16 años de edad, es casi imposible no creer que he crecido con esta franquicia, y con los entrañables personajes que se nos plantean.

La historia comienza con una asombrosa persecución a toda velocidad creada por la mente de Andy, cuando su  mayor alegría era la de jugar e imaginar con sus compañeros de plástico; vemos como va creciendo, hasta llegar al punto en que tiene que marcharse a la universidad, con la obligación de dejar atrás su niñez y con ella, sus preciados juguetes. “Liderados” por el siempre obsesivo Woody que está hundido en la tristeza después de haber sido olvidado por su preciado Andy, tratando de ser recordado; pero cuando la mamá de Andy por equivocación, como de costumbre, se los lleva a la Guardería Sunnyside la mayor pesadilla de los juguetes se torna realidad, no sólo ser abandonados, sino ser maltratados y sometidos.

Ésta entrega nos muestra los increíbles lazos que se crean cuando nos identificamos como una familia, no sólo con Andy, sino entre ellos manteniéndose unidos, a pesar de la enfermiza obsesión por Andy que tiene Woody, basada en falsas esperanzas y ciega confianza.

El problema recae en la primer parte de la película, en la que se nos presentan a la infinidad de nuevos personajes, y las emociones que se trataban se sienten como plástico, controlables y predecibles, pero todo mejora cuando se convierte en una aventura de escape, en la que no sólo abundan los momentos entrañables y sinceros, sino que da pie a que se muestre la verdadera naturaleza de los seres humanos, la de seguir adelante, no importa la nostalgia que se nos presente, es mejor buscar a un nuevo mañana.

La película no es para todo el público, como se nos quiere hacer creer, como se puede notar en la sexualidad de Ken, pero no es de los niños de las personas que me preocupo, sino de los mojigatos que pegan grito en el cielo, mientras los niños ya están acostumbrados a toda esta clase de bromas de doble sentido, que obviamente entienden.

También cabe resaltar la calidad de animación que Pixar ha alcanzado en Toy Story 3, convirtiéndose desde la primera película de animación hecha por computadora, hasta un paisaje de diferentes texturas, colores y movimientos, que hubieran sido imposibles en las primeras obras de Pixar, como por ejemplo la textura de Lotso, con pelaje animado individualmente.

CALIFICACIÓN:

8.5